AUTOR: Daniel Blancas Madrigal
GENERO: Nota Informativa
FUENTE: La Crónica de Hoy
PÁGINA: 13
¿Ser mazahua o humilde es ser sospechoso?: madre de Hugo
Viernes, 21 de octubre de 2011
  • ¿Ser mazahua o humilde es ser sospechoso?: madre de Hugo
  • Don Antonio Sánchez, papá de Hugo, quien lleva más de cuatro años encerrado, resiste apenas: «¿Por qué nos tratan así?, ¿porque somos campesinos?» Denuncia que durante el juicio autoridades mexiquenses intentaron extorsionarlos

¿Acaso ser mazahua o humilde es ser sospechoso?», pregunta entre sollozos doña Rosalba Ramírez, madre de Hugo Sánchez, sentenciado a 3 7 años y seis meses de prisión por el delito de secuestro, pese a que las víctimas se retractaron de las acusaciones, y a más de 5 años por portación de armas militares que, según el Centro Prodh, le fueron sembradas.

Llega al Centro, que ha asumido la defensa del joven de 23 años, y ha logrado ya la atracción del caso en la Suprema Corte, con el atuendo característico de las mujeres de su etnia: vestido de manta blanca, larga faja de lana bordada a mano, arracadas de filigrana y trenzas adornadas con cintas escarlatas. Llega también con el deseo de no llorar, pero no lo logra…

Don Antonio Sánchez, papá de quien lleva más de cuatro años encerrado en el penal de Santiaguito, resiste apenas: «¿Por qué nos tratan así?, ¿porque somos campesinos?», reprocha y luego denuncia que durante el juicio contra Hugo autoridades mexiquenses que llevaron el caso intentaron extorsionarlos: «Trataron de sacarnos dinero, hubo abogados que nos prometían ayuda pero nunca fue así, y las autoridades del Estado de México también nos extorsionaron, dijeron que para la libertad de mi hijo debíamos aportarles una cantidad, pero ¡como somos pobres no la pudimos juntar».

El miércoles, a petición del ministro Arturo Zaldívar, la Primera Sala de la SCJN atrajo dos amparos promovidos por la defensa de Hugo en contra de las anomalías detectadas en los procesos ministerial y judicial.
No hay fecha para la resolución definitiva.

«Yo que soy humilde y no tengo estudios me he dado cuenta que todo está mal, por eso suplico a los ministros que vean la realidad de las cosas, hay pruebas de que mi hijo es inocente», dice doña Rosalba, <}uien gana terreno al ánimo al revivir las visitas semanales al penal: «Estar ahí con Hugo nos reanima, ha sido un ejemplo para la familia».

—¿Por qué su hijo? —Pa» mí que todo fue planeado…

Don Antonio, rostro de piedra, se acomoda el sombrero. Habla con nostalgia: «Hugo era el que me ayudaba a trabajar para sostener a la familia, con quien laboraba en el campo y hacía trabajos de carpintería, nunca ha tenido vicios».

Y va más allá de su dolor personal: «No es sólo el caso de mi hijo, hay muchos inocentes en las cárceles, está ahí la gente que no tiene recursos, los que no tienen palancas ni posición económica ni saben de artículos».